Los errores que debes evitar tras una extracción de cordales
¿Sabías que el verdadero éxito de una extracción de cordales comienza después de salir del consultorio? Como cirujana oral y maxilofacial, con más de 20 años de experiencia, he visto cómo una cirugía técnicamente impecable puede verse comprometida cuando el paciente no sigue adecuadamente las indicaciones postoperatorias. Y quiero evitar que eso te ocurra a ti.
Cuando retiramos los terceros molares, también llamados cordales, intervengo en una zona anatómicamente compleja, rodeada de tejido blando, nervios y hueso. Sin embargo, lo que sucede en las primeras horas después de la intervención es igual de determinante. Durante ese tiempo se forma el coágulo que protegerá la herida y dará inicio a la cicatrización. Si este proceso se altera, tu recuperación puede volverse dolorosa, lenta y, en casos graves, puede incluso predisponer a complicaciones como infecciones profundas, inflamación severa o pérdida de tejido, incluyendo la posibilidad de una pérdida de hueso dental si la infección se extiende.
Por eso insisto tanto en que la extracción de cordales no es solo “retirar un diente”. Es un procedimiento quirúrgico que requiere precisión, técnica y un acompañamiento profesional constante. Mi objetivo es que entiendas exactamente qué ocurre en tu boca tras la cirugía y cómo tus cuidados pueden potenciar o comprometer el resultado final.
Tabla de contenido
Los errores más comunes después de una extracción de cordales y por qué pueden arruinar tu recuperación
Como cirujana maxilofacial, veo con frecuencia que muchos de los problemas posteriores a una extracción de cordales no se deben a la cirugía en sí, sino a pequeños descuidos que parecen inofensivos pero que pueden alterar por completo la cicatrización. A continuación, te explico los errores más comunes que debes evitar y por qué tienen un impacto tan significativo en tu recuperación.
Escupir durante las primeras horas: el error que interrumpe la coagulación
Uno de los errores que más observo es escupir inmediatamente después de la cirugía. Puede parecer algo simple o incluso necesario, pero hacerlo genera una presión negativa dentro de la boca que puede desplazar el coágulo recién formado.
Ese coágulo es el “escudo biológico” que protege la herida quirúrgica. Si se desprende prematuramente, se abre la puerta a una complicación dolorosa llamada alveolitis seca, una condición que causa dolor intenso, mal olor y retraso importante en la cicatrización.
¿Qué debes hacer? Durante las primeras horas, traga la saliva con normalidad y evita cualquier acción que implique succión o expulsión brusca del aire. Si sientes el sabor de sangre, es totalmente normal; tragar no agravará la situación. Esta simple medida protege tu proceso de cicatrización y reduce significativamente el riesgo de infección.
Alimentación incorrecta: bebidas calientes, alimentos duros o irritantes
El segundo error tiene que ver con lo que decides comer o beber tras la cirugía. Consumir bebidas muy calientes, alimentos duros, picantes o irritantes afecta directamente tu recuperación. La temperatura elevada produce vasodilatación, lo que aumenta el flujo sanguíneo y puede desencadenar sangrado nuevamente. Por otro lado, los alimentos duros o que requieren masticación fuerte pueden traumatizar la zona o impactar la herida.
¿Qué recomiendo? Durante las primeras 24 horas, mantén una dieta suave, fría o al clima: yogur, helado, sopas a temperatura neutra, batidos sin pajilla. Los alimentos fríos ayudan a controlar la inflamación y ofrecen comodidad sin comprometer el coágulo.
Puedes retomar tu alimentación habitual de manera progresiva después de los tres o cuatro días, siempre escuchando a tu cuerpo y evitando cualquier cosa que pueda incomodarte o forzarte a masticar sobre el área intervenida.
No usar hielo correctamente: la clave de las primeras 48 horas
El hielo es uno de los recursos más efectivos para controlar la inflamación, pero debe aplicarse de manera adecuada para obtener resultados. Durante los primeros dos días, recomiendo aplicar hielo por fuera de la mejilla y también dentro de la boca, siempre envuelto o protegido para evitar quemaduras por frío.
¿Por qué funciona? El frío provoca vasoconstricción, lo que reduce el flujo sanguíneo en la zona y limita la inflamación. Además, disminuye la sensibilidad y ayuda a controlar el dolor postoperatorio. Usarlo de forma intermitente, 20 minutos sí y 20 minutos no, es la forma más segura y eficaz de lograr un efecto antiinflamatorio real.
A partir del tercer día, el hielo pierde efectividad y es mejor cambiar a compresas tibias, incluso con infusión de caléndula si lo deseas, para estimular la recuperación del tejido.
Fumar o tomar alcohol: los dos hábitos que más retrasan la cicatrización
Si hay algo que realmente compromete la recuperación, es fumar o ingerir alcohol en los días posteriores a la cirugía. Ambos hábitos alteran la cicatrización de manera directa.
El cigarrillo produce vasoconstricción severa, disminuye el oxígeno disponible para los tejidos y favorece el desprendimiento del coágulo, aumentando la probabilidad de alveolitis. El alcohol, por su parte, deshidrata, interfiere con los procesos de reparación y puede interactuar peligrosamente con los medicamentos.
Además, una infección o una inflamación crónica causada por estos hábitos puede afectar el tejido blando y también el hueso, generando complicaciones que, si no se tratan, podrían favorecer incluso una pérdida de hueso dental alrededor de la zona intervenida.
Mi recomendación es evitar completamente el cigarrillo y cualquier bebida alcohólica durante al menos una semana para garantizar que tu cicatrización avance en condiciones óptimas.
Descuidar la higiene oral: el error que abre la puerta a infecciones
El último error, y uno de los más peligrosos, es descuidar la higiene oral por miedo a lastimar la zona. La realidad es que la falta de limpieza favorece la acumulación de bacterias, restos de alimentos y placa, lo que puede generar inflamación, infecciones y mal olor.
¿Cómo hacerlo bien?
- Cepilla tus dientes desde el mismo día de la cirugía, evitando la zona intervenida durante las primeras 24 horas.
- A partir del segundo día, limpia suavemente alrededor sin ejercer presión.
- No uses enjuagues fuertes ni enjuagues comerciales con alcohol; prefiere soluciones suaves o las que te indique directamente en consulta.
- Evita hacer buches, ya que pueden desplazar el coágulo.
Mantener una buena higiene no solo protege la herida, sino que acelera la cicatrización y reduce las molestias.
Cada una de estas recomendaciones tiene una razón clínica clara. Mi objetivo es que no solo sigas estas pautas, sino que entiendas por qué son esenciales para garantizar un postoperatorio tranquilo, seguro y sin complicaciones.
Consecuencias de cometer estos errores: desde infecciones hasta pérdida de hueso dental
Un postoperatorio descuidado puede desencadenar complicaciones que muchas veces no se mencionan, pero que como cirujana maxilofacial veo con frecuencia en consulta. Cuando no se siguen las recomendaciones adecuadas, las estructuras que rodean el tercer molar, encía, tejido conectivo y hueso pueden verse seriamente comprometidas. Y aunque muchos pacientes creen que “solo se trata de un diente”, la realidad es que el riesgo va mucho más allá.
Alveolitis seca: la complicación más dolorosa
La alveolitis aparece cuando el coágulo se desprende o no se forma adecuadamente. Esto deja expuesto el hueso y provoca dolor intenso, mal olor, mal sabor y una recuperación mucho más larga. Es una de las complicaciones más incapacitantes y, en la mayoría de los casos, es consecuencia directa de escupir, fumar o realizar enjuagues bruscos.
Sangrado persistente: un indicio de que el coágulo está inestable
Cuando los pacientes consumen bebidas calientes, realizan esfuerzos, hacen ejercicio muy pronto o no siguen la dieta recomendada, es común que el sangrado reaparezca. Esto retrasa la cicatrización y aumenta el riesgo de infección.
Inflamación severa: un signo de trauma o infección inicial
La inflamación es normal, pero cuando se vuelve exagerada puede indicar un proceso inflamatorio activo que no se está controlando. Dormir del lado intervenido, no aplicar hielo correctamente o fumar son factores que agravan esta condición.
Dolor prolongado: cuando la recuperación no avanza
Si el dolor no disminuye con los días, es probable que exista irritación constante sobre la herida. Esto puede deberse a restos alimenticios, tabaquismo, mala higiene o una infección que está comenzando.
Formación de bolsas periodontales: un problema silencioso
Cuando la zona no se limpia bien o se deja acumular placa, las encías pueden retraerse y crear bolsas periodontales. Estas bolsas son espacios profundos donde se alojan bacterias y restos, generando inflamación crónica y daño en el tejido de soporte.
¿Cómo se relaciona todo esto con la pérdida de hueso dental?
Cuando la infección o la inflamación no se controla a tiempo, el tejido óseo que rodea al tercer molar puede verse afectado. La inflamación crónica provoca destrucción progresiva de hueso, debilitando la estructura. En casos graves, puede generarse una pérdida de hueso dental, especialmente en pacientes que ya tienen inflamación previa, bolsas periodontales o antecedentes de enfermedad periodontal.
Este daño óseo no solo compromete tu salud actual, sino que también puede afectar de manera significativa tus opciones de rehabilitación futura, sobre todo si deseas colocarte implantes dentales en algún momento. Un hueso debilitado dificulta la estabilidad del implante y puede requerir procedimientos adicionales como injertos óseos o regeneración tisular guiada.
Por eso un buen postoperatorio no es opcional: es la base para preservar la integridad de tus tejidos y garantizar que tu boca pueda mantenerse sana y funcional a largo plazo.
¿Qué debes hacer realmente? El protocolo profesional recomendado por la Dra. Carolina Gil
Después de cientos de cirugías de cordales, he comprobado que cuando un paciente sigue un protocolo claro y guiado, la recuperación es rápida, cómoda y sin complicaciones. Quiero que tengas exactamente ese resultado. A continuación, te comparto el protocolo que utilizo en mi práctica, diseñado para proteger el coágulo, controlar la inflamación y asegurar una cicatrización ideal.
Las primeras 24 horas: proteger el coágulo es la prioridad
Durante este periodo tu cuerpo inicia la reparación del tejido. Aquí se define la calidad de la cicatrización.
- No escupas ni hagas enjuagues fuertes.
- Traga la saliva con normalidad, incluso si sientes sabor a sangre.
- Mantén una dieta suave, fría o al clima.
- Usa hielo por dentro y por fuera de la mejilla, 20 minutos sí y 20 minutos no.
- Evita fumar, beber alcohol, hacer ejercicio o exponerte al calor.
- Duerme con la cabeza ligeramente elevada.
Entre las 24 y 48 horas: controlar la inflamación y evitar infecciones
La inflamación suele aumentar durante este tiempo, pero es esperable y controlable.
- Continúa usando hielo.
- Mantén la higiene oral evitando la zona directamente intervenida.
- Limpia suavemente con un cepillo de cerdas suaves el resto de la boca.
- No consumas bebidas calientes.
- Evita alimentos duros o irritantes.
A partir de las 72 horas: estimular la reparación del tejido
Este es el momento en que el hielo deja de ser útil y es mejor activar la microcirculación.
- Cambia el hielo por paños tibios o compresas calientes, con o sin caléndula.
- Retoma gradualmente tu alimentación normal, evitando masticar sobre el lado intervenido.
- Limpia cuidadosamente la zona, siguiendo mis indicaciones específicas.
Mantén reposo relativo y evita esfuerzos fuertes.
Indicaciones personalizadas que doy en mi consultorio
Cada paciente es único, por eso diseño un plan que se ajuste a tu historial clínico, la complejidad de la cirugía y tu estado de salud general:
- Uso del hielo: siempre las primeras 48 horas, de manera intermitente.
- Paños tibios: desde el tercer día para mejorar la circulación.
- Alimentación: dieta blanda el primer día, al clima y luego progresiva según la tolerancia.
- Higiene: cepillado suave desde el mismo día, evitando la zona operada; enjuagues a partir del segundo día.
- Señales de alarma: sangrado abundante, dolor que aumenta en vez de disminuir, fiebre, mal olor o dificultad severa para abrir la boca.
¿Por qué es tan importante seguir estas indicaciones?
Porque cada una está diseñada para evitar complicaciones que pueden afectar no solo tu recuperación inmediata, sino también tu salud oral futura.
Un postoperatorio mal llevado puede desencadenar infecciones, inflamación persistente o incluso procesos que comprometan el tejido óseo, aumentando el riesgo de una pérdida de hueso dental que luego requerirá tratamientos más complejos.
Cuando sigues un protocolo profesional, la cicatrización avanza de manera natural, el riesgo de infección se minimiza y los tejidos se mantienen saludables, permitiéndote recuperar tu bienestar de forma segura y predecible.
¿Por qué operarte y hacer tu postoperatorio conmigo es la decisión más segura?
Elegirme como tu cirujana oral y maxilofacial significa poner tu salud en manos de una profesional con más de 20 años de experiencia en procedimientos complejos de cordales, implantes y reconstrucción ósea. Mi enfoque siempre ha sido realizar una cirugía mínimamente traumática, lo que reduce significativamente la inflamación, el dolor y el riesgo de complicaciones como infecciones o incluso pérdida de hueso dental. Desde la primera valoración te ofrezco un acompañamiento totalmente personalizado, donde analizo tu caso con tecnología avanzada y un diagnóstico preciso que me permite planear la cirugía con máxima seguridad.
A lo largo de mi carrera he visto cómo este acompañamiento transforma la experiencia del paciente: desde jóvenes que superan el miedo a la cirugía gracias a una atención humana, hasta adultos que agradecen una recuperación más rápida y cómoda de lo que esperaban. Mi misión es que te sientas seguro, informado y acompañado en cada paso del proceso.
Preguntas frecuentes sobre la recuperación después de una extracción de cordales
1. ¿Qué debo hacer si accidentalmente escupo o hago un movimiento brusco que pueda afectar el coágulo?
Si escupiste por error o realizaste un movimiento que generó succión, no entres en pánico. Lo más importante es evaluar si aparece sangrado fresco o un aumento repentino del dolor. En muchos casos, el coágulo se mantiene estable, pero si notas que el sangrado se intensifica, coloca una gasa doblada y muérdela durante 20 a 30 minutos para favorecer la coagulación. Si el sangrado persiste, comunícate conmigo para darte una guía precisa. Evita repetir cualquier acción que implique expulsar aire o saliva de manera brusca durante las primeras horas del postoperatorio.
2. ¿Cómo puedo diferenciar una inflamación normal de una inflamación severa o anormal?
La inflamación normal suele alcanzar su punto máximo entre las 48 y 72 horas posteriores a la cirugía. Esta hinchazón progresiva es esperada y se acompaña de una sensación de tensión moderada. Sin embargo, si notas un aumento excesivo del volumen facial, calor en la zona, enrojecimiento marcado o dolor que se intensifica en lugar de disminuir, es posible que estemos ante un proceso inflamatorio severo o una infección inicial. En esos casos, es fundamental que me contactes para evaluar la situación y actuar oportunamente.
3. ¿Cuánto tiempo debo mantener una dieta blanda y cuándo puedo volver a masticar normalmente?
Durante las primeras 24 horas recomiendo mantener una dieta suave, fría o al clima. A partir del segundo día, puedes empezar a incluir alimentos más consistentes, siempre que no impliquen masticar directamente sobre el lado intervenido. La mayoría de pacientes vuelve a su alimentación normal entre el quinto y séptimo día, pero esto depende del nivel de inflamación y de su comodidad. Recuerda evitar alimentos duros, crocantes o picantes que puedan irritar la zona o alojarse en la herida.
4. ¿Es normal sentir dolor al tercer o cuarto día después de la cirugía?
Sí, es normal sentir molestias durante los primeros días. Sin embargo, el dolor debe ir disminuyendo progresivamente. Si al tercer o cuarto día el dolor aumenta en lugar de disminuir, o si aparece un dolor punzante que se irradia hacia el oído o la mandíbula, podría tratarse de una inflamación excesiva o el inicio de una alveolitis seca. En esos casos es importante que me escribas para evaluar tu evolución y hacer los ajustes necesarios en el manejo del dolor.
5. ¿Por qué no puedo fumar aunque sienta que ya no tengo dolor?
Fumar afecta directamente la oxigenación de los tejidos, reduce la circulación sanguínea y puede desplazar el coágulo que protege la herida. Incluso si ya no tienes dolor, la zona aún está cicatrizando internamente, y el cigarrillo aumenta el riesgo de alveolitis, infección y retraso en la recuperación. Además, la inflamación crónica o las infecciones repetidas relacionadas con el tabaco pueden comprometer las encías y el hueso, incrementando el riesgo de pérdida de hueso dental. Por tu seguridad, lo ideal es evitar fumar al menos una semana después de la cirugía.
6. ¿Cuándo debo comenzar a cepillar la zona donde estaban los cordales?
El mismo día de la cirugía debes cepillarte, pero sin tocar directamente el sitio intervenido. A partir del segundo día puedes comenzar a limpiar suavemente alrededor de la herida con un cepillo de cerdas suaves, siempre sin ejercer presión. La limpieza cuidadosa evita la acumulación de restos alimenticios y bacterias sin poner en riesgo el coágulo. Nunca realices movimientos de enjuague fuertes ni buches durante los primeros días.
7. ¿Puedo usar enjuagues bucales comerciales después de la cirugía?
La mayoría de enjuagues comerciales contienen alcohol u otros componentes irritantes que pueden retrasar la cicatrización. Generalmente, recomiendo esperar 24 a 48 horas antes de usarlos, y preferir soluciones suaves o enjuagues indicados específicamente en consulta. Algunos pacientes requieren fórmulas especiales según su caso clínico, por lo que es mejor seguir las indicaciones personalizadas que te entrego después del procedimiento.
8. ¿Es normal que siga saliendo algo de sangre al segundo día?
Un ligero sangrado o manchado rosado en la saliva puede ser normal durante los dos primeros días. Sin embargo, si observas sangrado rojo brillante que no cede con la presión de una gasa, o si reaparece de manera constante, debemos evaluarlo. La causa puede ser desde una actividad física prematura hasta el consumo de alimentos calientes o un exceso de inflamación. En estos casos, escríbeme para revisar tu evolución y guiarte adecuadamente.
9. ¿Qué señales indican que debo contactarte inmediatamente?
Debes comunicarte conmigo si presentas fiebre, dolor fuerte que aumenta en lugar de disminuir, pus, mal olor persistente, dificultad severa para abrir la boca, sangrado abundante o inflamación que no baja después del tercer día. Estos signos pueden indicar infección, daño del coágulo o complicaciones que requieren intervención pronta para evitar un proceso más severo o incluso deterioro de los tejidos.
10. ¿Una infección después de una extracción puede afectar el hueso o comprometer futuros tratamientos como implantes?
Sí, una infección no tratada a tiempo puede extenderse al hueso, generar inflamación crónica y causar una pérdida de hueso dental en la zona. Esto no solo complica la cicatrización, sino que puede disminuir la cantidad y calidad del hueso disponible para tratamientos futuros como implantes dentales. En casos avanzados, incluso puede requerirse un injerto óseo para recuperar el volumen perdido. Por eso insisto en la importancia de un postoperatorio responsable y de contactarme ante cualquier síntoma anormal.